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HISTORIA DEL SANTUARIO DE MONTEAGUD

CONSTRUCCIÓN DE LA PRIMERA ERMITA

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Recreación del Santuario antes de su destrucción en 1936

El dato más antiguo sobre la existencia del Santuario de Montahur, es un acta de deslinde entre Uleila del Campo y Benizalón en 1871, la cual apoyándose en antiguos documentos de sus respectivos archivos parroquiales y municipales, afirma rotundamente: “…Benizalón se encuentra en posesión de tiempo inmemorial en este punto, con mas de doscientos setenta años de la fundación del Santuario y no haberse conocido mas autoridad que la del citado pueblo” (A.M.Uleila deslinde de 1871 con Benizalón, f.2). El Santuario de Montahur está enclavado, desde su más remoto origen, en el término municipal y parroquial de Benizalón.

A partir de los años veinte del siglo XVII las donaciones de pequeñas cantidades de dinero y de cera a “nuestra Señora de la Cabeça de Montahur” se hacen cada vez más numerosas y constantes, en muchos de los testamentos se especifica que las misas a la Virgen de la Cabeça se celebren en su “Santa casa del Cerro de Montahur” haciendo ver claramente que ya existía en la cumbre del Cerro, aprovechando los restos del castillo musulmán una pequeña ermita que era necesario agrandar y adecentar.

Uno de los primeros testimonios escritos que encontramos de la existencia de la ermita en el Cerro de Montahur es el testamento de Francisco Martínez, vecino de Benizalón, otorgado ante el escribano Gonzalo de Tapia el 27-XII-1619 en el que deja: “…un cáliz a la Virgen de la Cabeça…” (AHPAL .P.5593 ff158-159vto)

Al par que la ermita del Cerro, había surgido una cofradía de Nuestra Señora de la Cabeza, con sede canónica en dicha ermita. Los mayordomos de la Cofradía junto con el concejo de Benizalón decidieron hacer una iglesia digna que albergara la santa imagen y sirviera igualmente para dar cobijo a la gran cantidad de peregrinos que se congregaban cada último domingo de abril. Habiendo solicitado permiso al obispado para recoger limosnas para la obra en toda la diócesis, les fue concedida, destacando por su importante papel de impulsor Pedro Venteo, mayordomo y “fundador de la Ermita”.

Comenzadas las obras del Cerro por los propios vecinos de Benizalón, en el año 1628, aparecerá en escena uno de los mayores constructores de la diócesis de Almería: el maestro carpintero y alarife Pedro Fernández Méndez -natural de Segura de la Sierra y vecino de Tahal- y su socio el cantero de Serón, aunque nacido en Uleila, Miguel Maço.

Hasta la fecha se han encontrado referencias documentales a las obras hechas por la “empresa” de Fernández Méndez en las iglesias de Gergal y Alboloduy (1629) y en las de Alcudia, Tahal, Chercos y Benitorafe durante la década de los treinta y principio de los cuarenta del siglo XVII.

Exactamente entonces un vecino de Uleila del Campo muestra la gran devoción que sentía por la “Virgen de la Cabeça” al dejarle todos sus bienes como mandas testamentales. Así, Diego Hernández, al otorgar su testamento el día 6-VIII-1628 ante el licenciado Diego Ramírez Moreno (Cura y Beneficiado de Benizalón y Uleila) señala que: “Manda dos misas a Nra Sra de la Cabeça”, pero más adelante añade que: “…dexo por mi ligitima y universal heredera a Ysabel García mujer de Francisco de Úbeda…y después de su vida se vendan y se instituya una memoria a Nrâ señora de la Cabeça de Montahur pa que en cada un año de su fiesta o otaba se diga unas Visperas y Misa Cantada”.

Diego Hernández debió morir a principios de 1629, ya que el 12-III-1629 el licenciado Ramírez le entrega el testamento al escribano Alonso del Pozo para que lo incluya en el protocolo notarial de ese año. Isabel García, la heredera en usufructo de los bienes del fallecido, renuncia ese mismo día a la totalidad de la herencia en favor de “la ermandad de Nuestra señora de la Cabeça de la ermita que está en Montaur término de la villa de Benazalón…”. Los bienes donados a la Virgen consistían en:

-“Un pedazo de tierras de secano de hasta seis fanegas de sembradura poco mas o menos en el trance del llano de Lorente Maço termino desta villa que alinda con trance de los hijos i erederos de Pedro Sabastian i con tierras de Blas Sofre.”

-“item un solar de casa en esta villa que alinda con casa de Pedro Serrano i con casas de Francisco Garçia.”

-“item tres fanegas i cuatro celemines de cevada que estaban en casa de de Frco de Ubeda.”

-“item dos celemines de trigo que quedaron en casa del dicho Frnco de Ubeda.”

-“item seis reales que quedaron en dineros en casa de Frnco de Ubeda”

-“item dos reales en dineros que quedaron en la casa del dicho Frnco de Ubeda.”

Ya en el mes de octubre, concretamente el 25-X-1629, se otorga en Tahal una carta de poder en la que Pedro Fernández Méndez autoriza a Miguel Maço de oficio cantero y vecino de la villa de Serón (aunque natural de Uleila del Campo) para que en nombre del antedicho Fernández Méndez se comprometiera a: “Haçer y acabar de haçer la ermita e iglesia  de nuestra señora de la cabeça que se haçe labra y fabrica en el çerro que llaman de montahur termino y desmeria de beniçalón”.

Tan sólo unos días más tarde, el 31-X-1629, otorgaron “en el campo y término de la villa de Beniçalón” el licenciado Diego Ramírez Moreno y Pedro Sánchez- mayordomo de la cofradía de nuestra Señora de la Cabeça- la escritura de venta de los bienes dejados por el difunto Diego Hernández en favor de Pedro Serrano, vecino de Alcudia, que lo adquirió todo en precio de veintiocho ducados, es decir trescientos ocho reales.

No sabemos a ciencia cierta- ya que no ha aparecido ningún documento que lo atestigüe- si estos contratistas llegaron a hacer alguna obra en el Cerro, pues muy pocos años después, en 1633, unos maestros alarifes de Vélez Rubio se conciertan con el concejo de Benizalón para “reedificar” la ermita, quedando claro por dicho documento que la ermita no estaba terminada aún. Por su interés, se incluye la parte más importante del contrato, las cláusulas del mismo:

“En la villa de Venaçalón a veinte días del mes de agosto de mil y seiscientos y treinta y tres años ante mi el escribano público y testigos parecieron Juan Rodríguez y Antonio del Vas( se trata sin duda de los albañiles portugueses que aparecen en varios documentos contemporáneos, obrando en los pueblos de la zona) vecinos que dijeron ser de la villa de Vélez el Rubio Maestros de albañilería y carpintería y dijeron que están convenidos y concertados con el concejo desta villa a acabar y concluir con acierto y en toda perfección la obra de la ermita de Nra Sª de la Cabeça que la dicha villa tiene comenzada a reedificar en el cerro de Montahur termino de ella en la manera que irá declarada que es en esta manera

-que el dicho concejo les a de dar carril abierto para subir al dicho monte toda la madera necesaria para la dicha obra

-y con que así mismo les ha de dar el dicho concejo toda la cantidad de yeso que fuese necesario para la dicha obra con piedra puesto al pie de ella

-y con que así mismo se les ha de dar toda el agua necesaria la pie de dicha obra

-y así mismo les han de dar todo el ladrillo y teja que fuere menester para toda la dicha obra y toda la cal y arena que fuere menester puesta al pie de la obra en polvo.

-en cuanto a los demás materiales que fueren necesarios como es cortar la madera aserrarla y traerla ha de ser poscuenta de los dichos otorgantes con que se les de licencia para cortarla y sacarla.

-y con que cada cuando que se les avisare por parte del dicho concejo han de venir do quiera que estuvieren a hacer la dicha obra y han de continuar hasta tanto que se haya gastado el dinero que tuvieren recogido y esto ha de ser en la dicha forma hasta tanto que con efecto se haya concluido y acabado la dicha obra”.

El contrato sigue con las correspondientes formalidades legales y concretando que se adelantarán por parte del concejo 600 reales a los albañiles para que se provean de la madera necesaria. Fernando de Clavería, maestro de arquitectura de la ciudad de Vera es el encargado de hacer finalmente las obras en la ermita, coloca 4400 tejas-suficientes para cubrir una superficie de 176m2, ya que se necesitan 25 tejas árabes para tejar 1m2, Por las obras realizadas recibe como resto del pago 1375 reales, satisfechos con un muleto valuado en 660 reales, trigo, cevada, aceite y el resto en dinero, productos obtenidos de las limosnas de los devotos de la Virgen. El pago se produjo en Cuevas el 16-VIII-1642, ante el escribano Pedro Carralero Acosta (fondo Padre Tapia, caja 4, I.E.A).

Con estos datos, podemos ir haciéndonos una idea de las dimensiones de la primitiva ermita: un edificio rectangular, excavado en parte en la roca -en la cabecera y camarín, a levante- de unos 120m2 con una torre gruesa y chata adosada y una reducida sacristía con acceso directo desde el altar. La pequeña iglesia se cubre con un tejado a dos aguas sobre una elemental armadura de madera de pino. Una puerta de dos hojas con un pequeño postigo enrejado, sirve de acceso desde la calle y en los alrededores se levantan varias casas semiruinosas, restos de la antigua aldea y castillo medieval de Montahur.

Había al menos dos aljibes, según consta por varios documentos, y cuyos resto en parte aún son visibles, en uno se almacenaba el agua y en el otro, más grande, se habilitó la vivienda del ermitaño, a la vez que servía para colocar las orzas del aceite de las limosnas y los “orones” con el grano que se le ofrecía a la Virgen.

Otras edificaciones eran la cuadra para las caballerías y el pajar donde se encerraba la paja, los aparejos de las bestias y otros útiles de labranza, sin olvidar la existencia desde el principio de un “horno de pan cocer”, utilizado en los días que duraba la fiesta para hornear el pan que consumían los cofrades, los clérigos y los concejos comarcanos, al tiempo que se cocía el pan repartido a los pobres que concurrían al Cerro.

Lo que si podemos afirmar con certeza es que en 1638 la ermita ya se había acabado de construir, al menos en su fase inicial, ya que así consta en la lápida (milagrosamente conservada, después de tanta destrucción) donde se nos dice que la obra se hizo siendo obispo de Almería Antonio González de Acevedo y Mayordomo y fundador de dicha Ermita Pedro Venteo.

lapida1638

Terminada la construcción de la ermita, el mayordomo de la Cofradía, Pedro Venteo, se dirige al cabildo catedralicio el 24-I-1642, estando la sede episcopal vacante, para que vuelvan a autorizarlo a recoger limosnas en toda la diócesis pues tenía presentadas las cuentas de ingresos y gastos de los cuatro años antecedentes.

LOS ERMITAÑOS

Durante tres siglos, de una manera callada y heroica hubo unos hombres que vivieron al lado, por y para la Virgen de la Cabeza. Cuidaron la pequeña ermita, cultivaron las tierras donadas por los devotos y recorrieron toda la diócesis de Almería de un extremo al otro, portando la pequeña imagen de la Virgen en su caja y recolectando limosnas por las eras, almazaras y jaraíces, eran los ermitaños de la Santísima Virgen de la Cabeza.

El primero del que tenemos noticia es el hermano Juan de la Sierra, que antes de mediar el siglo XVII, en 1638, obtiene el permiso para seguir postulando por la diócesis para la Fabrica de la ermita de Montahur. (Libro 8 actas capitulares s.f)

Aquellos primeros ermitaños eran hombres solteros que vivían de las limosnas de los fieles y a cambio cuidaban las ermitas, manteniéndolas limpias y conservando en buen estado todas las alhajas que en ellas había.

En la época que siguió al concilio de Trento se produjo un fuerte movimiento eremítico, habiendo en Almería un buen número de ermitas -muchas desaparecidas en las desamortizaciones del siglo XIX-.

En el caso de Montahur, sabemos que ya en los inicios había una casa que limitaba al norte con la ermita y al levante y sur con el aljibe de la antigua fortaleza medieval, era la vivienda de los ermitaños. Estos ermitaños permanecían sirviendo en la ermita en periodos de unos dos años, pasando posteriormente a otras ermitas o regresando a sus pueblos, una vez cumplida la promesa que los había llevado a Montahur.

Como se dijo más arriba, la vida de los ermitaños en general y los del Cerro en particular era sumamente sencilla, en línea con la de los pequeños labradores o jornaleros de aquella época. Sus alimentos eran sencillos y su vestido un hábito de pardo y basto sayal. Como muestra de los nombres, lugares de procedencia y años que desempeñaron el cargo, se aporta lo siguiente:

  • 1638 Juan de la Sierra.
  • 1676 Alonso de Güete.
  • 1677 Juan de Olmeda.
  • 1683 Miguel Maço Guixarro.
  • 1686 Antonio de la Torre, de Lúcar.
  • 1688 Juan Antolinez, de Benizalón.
  • 1690 Miguel González Sánchez, de Lorca.
  • 1693 Francisco Guerrero, de Tíxola.
  • 1697 Lucas Navarro, de Lúcar.
  • 1703 Marcos y Alonso Moreno, de Benizalón los dos.
  • 1707 Juan Zelada, de Benizalón.
  • 1711 Andrés de la Jara, de Lucainena.
  • 1715 Isidro Morzillo, de Albanchez.
  • 1718 Francisco Sánchez Doña, de Tabernas.
  • 1810 Francisco Ginel.
  • 1856-1900 Familia Titos de Albanchez.
  • 1936 “Tío Manuel de Luisa” de Benizalón.
  • 1945-1962 “Tío Joaquín Ranchales” de Benitagla, quien fue el último ermitaño.
(Elaboración del autor a partir de varios documentos)

Baste lo anterior como muestra de los más de cien nombres de aquellos que se entregaron por entero al servicio de la santísima Virgen.

A lo largo del siglo XVIII se convirtió en algo normal el hecho de haber más de un ermitaño en el Cerro, ya que dada la extensión de la devoción a la Virgen de Montahur, hacía totalmente imposible que un solo ermitaño pudiese recorrer solo todos los lugares.

En el diccionario de Tomás López, de 1774, se nos dice que: “…con el nombre de Monteaudt. Aquí se venera una imagen de María Santísima de la Cabeza; concurren por septiembre hasta nueve pueblos circunvecinos a hacerle su función llevando su cera y estandarte. Es a manera de monasterio y hay para la recolección de limosnas dos o tres hermanos, todo dispuesto por su señoría ilustrísima el obispo de esta diócesis…un monte que sube una legua, donde en su punta, que es aguda y redonda, hay una llanura de veinte varas de ancho y cuarenta de largo; y en ella situada una ermita de Nuestra señora de la Cabeza con algunos monjes o ermitaños que no profesan regla alguna; llamase este monte Montaud…” (Diccionario geográfico de Tomás López, edición y estudio de Cristina Segura, Diputación de Almería, 1985 Págs. 70 y 99).

El incansable Simón de Rojas Clemente Rubio, visitó el Santuario de Monteagur en 1805, transmitiendo a la posteridad que los ermitaños eran hombres solteros de los pueblos comarcanos, que vivían de un modo sencillo, sin comer apenas carne y manteniéndose de las limosnas. (Archivo del Real Jardín Botánico, manuscritos de Simón de Rojas Clemente, s.f).

A partir de los años treinta del Siglo XIX, los ermitaños-monjes, son sustituidos por una familia entera que se ocupa de cuidar las fincas de la Virgen y mantener limpio el santuario, estando siempre pendientes de abrir la ermita a los peregrinos que diariamente y durante todo el año acudían a cumplir sus promesas.

Los ermitaños vivieron ya en esta época en el cortijo de la Huerta de la Virgen, subiendo al Cerro en el verano y los días de la fiesta. Durante más de cincuenta años entre 1850 y 1902, una familia de Albanchez, los “Titos” ejercieron la función de ermitaños, al tiempo que Policarpo Rubio, vecino de Benizalón, arrendaba en seiscientos reales al año la finca de la Huerta de la Virgen, con cuyo importe – el equivalente a dos mil euros- ayudaba a mantener y reparar el Santuario.

Antes de la Guerra Civil fue ermitaño el “Tío Manuel de Luisa”, de Benizalón y después el “tío Joaquín Ranchales”, hasta su muerte mediados los años sesenta. Este vecino de Benitagla tenía un cortijo junto a la carretera, al lado de la Huerta de la Virgen y desde allí atendía el servicio del Santuario, o lo que quedó de él después de la guerra y la “restauración” de 1959-62.

LA DESAMORTIZACIÓN

A lo largo del siglo XIX se produjeron varias desamortizaciones: la de Godoy en 1804, la de Mendizábal en 1835 y la de Madoz en 1855. Estas desamortizaciones eran expropiaciones por parte del Estado de los bienes de la Iglesia, primero las propiedades de cofradías, obras pías y hospitales, después los conventos y finalmente los bienes de las capellanías y de las mismas parroquias.

En el caso del Santuario de Montahur, sabemos que sus fincas fueron donadas por los devotos a partir sobre todo de la segunda mitad del siglo XVIII, como el caso de la conocida como “Huerta de la Virgen” con una fanega de tierra de riego con agua propia y un cortijo con sus corrales y descubierto, donados en el año 1787 y tasados en 897 reales (A.H.P.AL. P-5674, f64) además de los distintos lotes de secano ubicados junto al Santuario sumaban mas de dieciséis hectáreas.

Junto a las fincas rusticas estaban las instalaciones del Santuario: la ermita, casa de los ermitaños, arcos o puestos de los turroneros, casas de Lubrín, Benizalón, Sorbas, Albanchez, Tahal y Cóbdar, el horno, el corral, polvorín, sala de la Justicia y calabozo, además de la fondilla, la era de trillar y los aljibes, estación y placetas.

Todo esto eran los bienes raíces con los que contaba la Virgen de la Cabeza de Montahur y todo esto en mayor o menor medida fue desamortizado, es decir robado y usurpado a su legitima propietaria: la Santísima Virgen, a quien había sido donado. Así pues, encontramos que, a la altura de 1842, los bienes expropiados al Santuario de Montahur, no se habían vendido aún y estaban arrendados en la persona de Policarpo Pérez Rubio, vecino de Benizalón, que anualmente debía pagar seiscientos reales al Estado además de sufragar los gastos de sostenimiento del Santuario (A.H.P.AL. BH-3682, f.44).

Podemos constatar que, desde finales del siglo XIX, la Huerta de la Virgen pasó a manos particulares, es decir, fue vendida, siendo poseída por distintos dueños antes de llegar a Rafael Pardo, su propietario actual.

Por el contrario, las fincas de secano de la Umbría del Cerro y las mismas dependencias del Santuario, nunca fueron vendidas, pero si saqueadas y destruidas en 1936 y 1959 como se aclara en otras partes de esta publicación.

Aún hoy, después de tantos intentos desamortizadores y de tantos atropellos y robos todavía se conservan cerca de dieciséis hectáreas de finca, pobladas de encinas y monte alto, además de las dependencias que sirven de Santuario.

RUINA DEL ANTIGUO SANTUARIO

En el mes de agosto de 1936, siendo alcalde Blas Avalos Guerrero algunos individuos de Benizalón suben al Santuario y lo saquean: puertas, ventanas, tejas y maderos son transportados hasta el pueblo y con ellos se construye la llamada “casa de la Cooperativa”, lugar destinado a ser sede central de acopio y reparto de los bienes “colectivizados” por los anarquistas y comunistas locales.

La Santa Imagen había sido ocultada en la casa de Genara López (las demás imágenes, cuadros y objetos de culto del santuario y la parroquia de Benizalón se guardaron en casa de Francisco Sánchez y Leonor Rubio). Localizados los santos, fueron conducidos a la Plaza de Benizalón y allí arrojados al fuego.

La Santísima Virgen de la Cabeza fue arrastrada y en el momento de echarla a la lumbre, la levantaron en el aire y dijeron en tono burlesco: “…anda gitana a la lumbre…que te creías que te ibas a escapar” (testigo ocular, María Lorenzo Rubio 1921-1998).

Entre los muchos objetos saqueados y destruidos destaca la cruz procesional del Santuario, de plata labrada en el siglo XVIII y con un peso de más de seis kg.

Cuánto tuvieron que sufrir aquellas personas viendo los mantos de la Virgen convertidos en aparejos y los manteles y corporales como pañuelos para sonarse los mocos. En 1936, 37 y 38 no pudieron hacer la romería a Montahur, dada la guerra y la consiguiente destrucción de todo el santuario.

El último domingo de abril de 1939, terminada la guerra, se hizo la fiesta de bajada de la Virgen con la pequeña imagen que desde 1614 (según estaba grabado en la peana) servía a los ermitaños para pedir las limosnas por los pueblos. Como la ermita estaba en ruinas, y hasta 1942 no hubo una imagen grande de la Virgen de la Cabeza, la fiesta de septiembre se hacía con la pequeña imagen anteriormente nombrada.

La Virgen estaba de modo permanente en Benizalón y solo subía al Cerro en la fiesta de septiembre, ya que el último domingo de abril sólo se desplazaba hasta el “Huerto Redondo”, en el camino de subida al santuario. Dicha la misa de campaña, el pueblo se encaminaba a la “Era del Calvario”, para imitar así en lo posible la costumbre centenaria de recibir en dicho paraje a la Virgen cuando bajaba de su ermita a Benizalón para recibir el obsequio de las Flores de Mayo.

El día veinte de mayo de 1959, el obispo de la diócesis, D. Alfonso Ródenas García, subió en automóvil hasta la Huerta de la Virgen y desde allí a lomos de una caballería del ermitaño que lo estaba aguardando, ascendió a la cumbre del Cerro acompañado de su familiar D. Alfredo Gallego Fábrega y el capellán del Santuario D. Jose Francisco Serrano García. Por el camino, el Tío Joaquín “Ranchales”, ermitaño de la Virgen, le dijo al obispo: “Señor obispo, usté que es un hombre mu leído y mu escribido…” a lo que el bueno de D. Alfonso no pudo hacer más que soltar una sonora carcajada.

Una vez en el Santuario, el obispo pudo inspeccionar todos los rincones constatando cómo aquella ermita que había erigido Pedro Venteo en 1638 junto a las demás dependencias, estaban reducidas a ruinas, aunque la mayoría de los muros estaban en pie y eran aprovechables.

D. Alfonso, aquel obispo de Bullas que reconstruyó la diócesis de Almería material y espiritualmente, se mostró francamente interesado e ilusionado en RESTAURAR todo el conjunto, adecuándolo a las necesidades de la época presente. Así se lo hizo saber al capellán: el Santuario se tenía que RESTAURAR y además hacerlo cuanto antes.

La Sagrada Imagen de la Santísima Virgen de la Cabeza se merecía un lugar de culto digno de la Madre de Dios y no la ruina que ya se prolongaba desde agosto de 1936, nada menos que ¡¡¡23 años!!! Ningún Santuario de la diócesis, ni siquiera la ermita más apartada se mantuvo por tanto tiempo en tan insólita y deplorable situación. ¿Qué pasaba en Montahur?, ¿por qué esa desidia?, ¿por qué ese abandono tan prolongado e hiriente?.

Había mucha hambre y miseria después de la Guerra Civil, pero ya habían transcurrido dos décadas y la situación económica estaba ligeramente mejor. ¿Cómo era posible entonces que un lugar de culto mariano con más de tres siglos de antigüedad y donde acudían en aquellas fechas más de un veinticinco por ciento de los habitantes de la provincia se mantuviera así?.

En el mes de julio de 1959 se comenzaron los trabajos de demolición del Santuario haciéndolo en gran medida por prestación personal, sobre todo de los vecinos de Benizalón.

En la fiesta de septiembre de aquel año la Imagen de la Virgen ya no se pudo colocar en el porche de la ermita como se venía haciendo desde las primeras décadas del siglo XVII; sencillamente ya no existía la ermita, aquella ermita pequeña y acogedora en la que tantos devotos antepasados habían venerado a nuestra Madre de la Cabeza ya era historia.

En los años posteriores los demás sacerdotes que rigieron el Santuario (D. Juan Miguel Sevilla, D. Rafael Zurita, D. Francisco Salazar, D. Luciano Calatrava…) ampliaron las obras pavimentando la plaza, cercándola de porches, haciendo un aljibe nuevo y unos aseos.

De 1986, siendo rector el sacerdote albanchelero D. Juan Molina Aguilera (q.e.p.d), es un anteproyecto para hacer una ermita y unas dependencias dignas, insistiendo en el uso de materiales nobles, el respeto a la tradición constructiva de la zona y la armonía con su entorno natural. Un cáncer impidió a este santo sacerdote cumplir su deseo, pues falleció en noviembre de 1990.

Han sido varios capellanes los que en los últimos veinte años han intentado construir una iglesia digna de la Virgen de la Cabeza, además de adecentar el entorno del Santuario, dotándolo al mismo tiempo de los servicios mínimos acordes con los años que corren.

El santo sacerdote D. Juan Molina Aguilera, como ya se dijo, intentó en la segunda mitad de los años ochenta del pasado siglo la construcción de la iglesia, el arreglo de la Estación y la Plaza, la reconstrucción de las casas de los pueblos: Benizalón, Tahal, Albanchez, Cóbdar, Lubrín, Sorbas y Uleila. Se pretendió construir un bar y asfaltar los carriles de acceso. De todo eso apenas se hizo el arreglo de la Plaza y el quemador de las velas, pues el capellán murió en noviembre de 1990, a los cincuenta años de edad. Después de esto, D. Francisco Ayala también intentó construir un verdadero Santuario, pero de nuevo el Señor se lo llevó antes de que pudieran comenzar las obras.


Los textos han sido seleccionados y extraidos de la obra literaria de Francisco Martínez Botella, «Ntra. Sra. de la Cabeza de Montahur, la historia de una devoción cuatro veces centenaria», publicada en el año 2007.


EL SANTUARIO EN LA ACTUALIDAD

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El 14 de septiembre de 2013, junto a un gran número de sacerdotes, la Hermandad de la Virgen, autoridades civiles y devotos de la Stma. Virgen de la Cabeza y, el Obispo de Almería, Adolfo González Montes, junto al Rector del Santuario el Rvdo. Francisco Martínez Botella, hijo de Albanchez y gran devoto de la Virgen, colocaron la primera piedra de lo que hoy es el nuevo y deseado Santuario. Un acontecimiento histórico para toda la Diócesis de Almería y sobre todo para los pueblos a los que la Virgen protege con su manto.

Después de muchas fatigas y contratiempos, de proyectos infructuosos y a veces irrealizables por las mismas condiciones geográficas del Santuario, tras muchos años de espera, en la mañana del 22 de agosto de 2019, fiesta de la Bienaventurada Virgen María Reina, el Obispo de Almería celebró la santa misa estacional de Dedicación de la Iglesia y Consagración del Altar. Quedando así abierta a todos los peregrinos la nueva CASA DE LA VIRGEN DE LA CABEZA DE MONTEAGUD.

Han sido muchos los sacerdotes rectores del Santuario, la Hermandad de la Virgen de la Cabeza de Benizalón, los alcaldes de los pueblos de la Virgen y los files devotos de nuestra Madre, los que han trabajado sin descanso para que el Santuario goce hoy día de una infraestructura adecuada y digna. Con paciencia y mucho esfuerzo económico, el Santuario fue dotado de una línea eléctrica exclusivamente para sus instalaciones, así como del asfaltado de los carriles desde Benizalón hasta el Cerro de Monteagud. El Ayuntamiento de Benizalón con el pasar de los años, ha ido poco a poco embelleciendo los alrededores del recinto sacro, asfaltando cada cierto tiempo metros y metros de carriles polvorientos que hacían muy dificultoso el poder llegar hasta la cima con vehículos.

Todos estos contratiempos, que antaño parecían imposibles de resolver y materializar, son en la actualidad una anécdota en las mentes de los peregrinos y de todas aquellas personas que durante años no han dejado de peregrinar a los pies de la Stma. Virgen de la Cabeza.

Ella es la que nos ha animado a todos lo devotos a trabajar sin descanso, ignorando las graves dificultades que presentaba este infinito proyecto, mirando siempre hacia adelante. Ella es la que nos tiene que unir en una misma fe y en un mismo sentir, así lograremos que el Santuario sea la Casa de todos los hijos de Monteagud.

 

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